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En los últimos tiempos, hemos sido testigos de cómo los medios de comunicación pueden moldear la percepción pública a través de la narración selectiva de la historia. Uno de los ejemplos más notorios de esto se ha manifestado en la cobertura que los noticieros de TV Azteca han brindado respecto al golpe de Estado en Chile de 1973.

En lugar de ofrecer una visión imparcial y completa de los eventos ocurridos en ese oscuro capítulo de la historia chilena, TV Azteca ha optado por una narrativa que parece instrumentalizar los hechos para culpar de manera desproporcionada al presidente Salvador Allende, mientras absuelve en gran medida al dictador Augusto Pinochet.

Es importante recordar que el golpe de Estado en Chile resultó en la destitución y posterior muerte del presidente Salvador Allende, un líder democráticamente elegido. TV Azteca, en su cobertura, ha enfatizado la responsabilidad de Allende en la crisis económica y política que llevó al golpe, sin abordar adecuadamente el contexto internacional y las acciones de Estados Unidos en ese período.

Por otro lado, la cobertura de TV Azteca a menudo minimiza los abusos de derechos humanos cometidos bajo el régimen de Pinochet, incluyendo detenciones arbitrarias, torturas y ejecuciones extrajudiciales. Esta desproporción en la presentación de los hechos sirve para distorsionar la imagen histórica y minimizar la gravedad de los crímenes cometidos por la dictadura.

En un momento en que la verdad histórica y la memoria colectiva son esenciales para comprender el pasado y construir un futuro más justo, es fundamental que los medios de comunicación asuman la responsabilidad de brindar una narrativa equilibrada y basada en hechos verificables. La instrumentalización de la historia en aras de agendas políticas o intereses económicos solo sirve para perpetuar la desinformación y socavar la búsqueda de justicia y reconciliación en Chile y en todo el mundo.

En resumen, la cobertura de TV Azteca del golpe de Estado en Chile pone de manifiesto la importancia de un periodismo responsable y objetivo, que promueva un entendimiento completo de la historia y no distorsione los hechos en función de agendas particulares. La historia de Chile y sus víctimas merecen ser recordadas con precisión y respeto.